Perkins School for the Blind Archive, Blind Children at Hide and Seek, ca. 1900.
De acuerdo con André Rouillé, la imagen fotográfica marca el nacimiento del periodismo moderno, que se caracteriza como un nuevo producto híbrido cuya particularidad es el uso del texto y de la imagen fotográfica en el ámbito de la información. De hecho, para este autor la imagen fotográfica marca el desarrollo de un nuevo estilo periodístico, de un cambio radical de las relaciones entre el texto y la imagen, entre lo legible y lo visible; el texto se transforma poco a poco en un simple objeto de relleno entre las fotos.
Pierre-Jean Amar reconoce que la imagen fotográfica comenzó a ser utilizada en el oficio periodístico "para ilustrar e informar sobre los grandes sucesos del mundo" gracias a tres factores: los descubrimientos tecnológicos (cámaras, óptica y soportes sensibles más rápidos), el perfeccionamiento de los medios de reproducción y transmisión..., el cambio de las mentalidades (sed de información ligada a la rapidez cada vez mayor de los medios de comunicación y a la globalización de los problemas). Es decir, en el oficio periodístico la fotografía se sumó a la palabra con el fin de dotar de mayor veracidad al discurso informativo. En el periodismo, la imagen es utilizada como un documento que informa, es un testimonio visual.
En el canónico libro Historia de la Fotografía Beaumont Newhall no ensaya propiamente una definición de la fotografía de prensa en los capítulos donde aborda el tema de lo documental y el fotoperiodismo; sin embargo, este autor recoge ciertas citas de distintas publicaciones periódicas que a finales del siglo XIX introdujeron en sus ediciones a la imagen fotográfica, ello nos permite comprender la estimación que se tenía del uso de la fotografía en los periódicos y en las revistas ilustradas. La fotografía fue apreciada por su técnica, por su "velocidad" y por su "autenticidad".
Javier Bauluz,
Muerte a las puertas del paraíso, Zahara de los Atunes, Cadiz, 2001.
En otras citas incluidas por Beaumont Newhall, se afirma que el uso de las fotografías en las revistas ilustradas permitía que el lector sintiera "el drama inmediato de los accidentes, las emociones exageradas que reflejan los rostros ante un desastre o un delito, la acción violenta y fugaz de los deportes, son motivos que la cámara puede transmitir vívidamente. El fotógrafo no necesita tanto del artificio, de la sutileza de luz y sombra, de un sentido de composición, como de audacia, nervios resistentes y de un dominio de su cámara que sea tan complejo como para que manejarla sea ya un reflejo automático".
Es decir, en el capítulo que Beaumont Newhall dedica al fotoperiodismo no hay una definición concreta sobre el tema sino un conjunto de historias y citas en las que el fotógrafo es estimado como un "operador" que debe poseer audacia, habilidad e inventiva para conseguir "fotos desacostumbradas" y además este operador debe contar con el auxilio del azar, que da a menudo su oportunidad para conseguir las grandes fotografías periodísticas.
En ese conjunto de citas recogidas por Newhall el fotógrafo de prensa no sólo es un operador, sino también fue estimado como un voyeaur que debe "ver la vida, ver el mundo, presenciar los grandes sucesos; mirar los rostros de los pobres y los gestos de los orgullosos; ver cosas extrañas -máquinas, ejércitos, multitudes, las sombras en la selva y en la luna; ver la obra del hombre, sean cuadros, torres o descubrimientos; ver cosas que están a mil millas de distancia, cosas ocultas tras muros o dentro de habitaciones; cosas peligrosas de encontrar; las mujeres que los hombres aman y los menores de edad; ver y tener el palcer de ver; ver y ser sorprendido; ver y ser instruido".
Otro autor que ha ensayado una definición de fotoperiodismo es el editor gráfico Pepe Baeza quien afirma que el fotoperiodismo es una de las formas que puede adoptar el documentalismo y afirma que la fotografía documental se basa en su compromiso con la realidad, y estima que ese compromiso es su parámetro principal. Por su parte, Jorge Claro León indica que debemos entender a la fotografía de prensa como un proceso de producción, distribución y consumo de mensajes, y por lo tanto no puede existir aislada de un determinado contexto histórico; es una profesión conformada por comunicadores, ubicada en un marco social y no puede entenderse como una actividad impersonal, abstracta, con un posicionamiento de absoluta imparcialidad, y sin un compromiso social explícito.
Para John Mraz, la práctica del fotoperiodismo se inserta en un campo ancho y variado, y está ligada a las características de los medios donde se inserta dicha imagen; es decir, publicaciones de carácter periódico donde el reportero gráfico está sujeto a una agenda informativa y a una política editorial. Mraz subraya que debemos diferenciar el trabajo de un fotógrafo que trabaja para diarios de aquel que trabaja para agencias de información, o bien de aquel fotógrafo que trabaja para revistas; cabe destacar que en éstas, el reportaje gráfico es uno de los géneros más solicitados y por lo mismo, el fotógrafo tiene la oportunidad de publicar más imágenes. Esto representa una gran diferencia, pues por su misma naturaleza las revistas ilustradas siempre le han otorgado mayor importancia a la fotografía; en esas publicaciones la imagen siempre ha contado con más espacios, y por lo tanto, con mayor protagonismo en el contenido editorial del medio.
Por el contrario, en el llamado diarismo gráfico el reportero se ve en la necesidad de resumir un evento de carácter masivo en muy pocas imágenes y además, éste no decide qué imagen se va a publicar y cómo se va a publicar. Debemos reconocer que si la práctica del fotoperiodismo no es nada homogénea, ello es resultado de varios factores. Como ya la puntualizó Mraz, en algunas publicaciones el fotógrafo no sólo cuenta con más apoyos editoriales y recursos tecnológicos, sino con más espacio editorial para sus imágenes, además de una mayor libertad estilística y un control en la publicación y circulación de las mismas, lo que en ocasiones le permite desarrollar un discurso visual expresivo, que pocas veces llega a observarse en los diarios, pero sí es más común observarlo en las revistas; es en las revistas donde el fotógrafo puede proponer la realización de ensayos visuales que no tienen relación alguna con la coyuntura informativa.
De tal modo, por fotoperiodismo entendemos a aquella imagen que está vinculada al contenido editorial de la revista o el periódico y que, apreciada como documento informativo, es utilizada para ilustrar las notas informativas, las entrevistas, los reportajes y las crónicas, entre otros géneros. Es decir, en el oficio periodístico, que es un campo vasto como indica John Mraz, la imagen fotográfica cumple un papel secundario respecto a la palabra, con excepción de aquellas publicaciones ilustradas donde se le da prioridad al género del fotorreportaje o donde la imagen, publicada en formato de media plana o plana completa, ocupa gran parte del espacio editorial.
Asimismo, la fotografía de prensa, definida como una imagen que tiene un compromiso social explícito con la realidad, está sujeta a una política de representación, a una política editorial y a una agenda informativa que a su vez es dispuesta por los jefes de información y los dueños de la institución periodística; de tal modo, en el periodismo, la fotografía es, y hay que subrayarlo, una construcción narrativa, un montaje de textos, imágenes y signos gráficos, sujeto a los intereses de la casa editorial, de ahi que en la práctica del periodismo siempre está presente, por más que se quiera negarlo, un discurso parcial, que es resultado de la orientación ideológica del medio informativo y del fotógrafo.
Se debe dejar en claro que, pese a las posturas dogmáticas que indican que en el quehacer periodístico priman la objetividad y la imparcialidad absolutas, la narrativa textual y visual, son construcciones sociales normadas no sólo por códigos éticos, sino por intereses políticos, políticas editoriales y otros factores ya mencionados.
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