jueves, 25 de diciembre de 2008

Fotografía de viajes y naturaleza



Foto original captada con pelìcula de diapositiva


En el libro Por una función crítica de la fotografía de prensa, el editor hispano Pepe Baeza nos menciona que la fotografía de viaje es una tradición temática del fotoperiodismo, pero cada vez, de forma más curiosa, este tipo de imagen, que del fotorreportaje clásico que atendía aspectos de índole antropológico y paisajísticos para la información general y para el recreo del lector, se está sustituyendo por una concepción de los contenidos de viajes en la prensa.

Es decir, el reportaje clásico ha derivado en una fotografía de servicio para el tiempo de ocio del turista. De tal modo, la prensa “se está convirtiendo en un manual de instrucciones para uso de los lectores en la vida cotidiana… Un ritual contra el tedio de las sociedades pudientes”.

Sobre el modelo que propone la famosa revista Nacional Geographic, Baeza menciona que esta publicación utiliza un modelo antropológico-paisajístico clásico. Ofrece deleite y ensoñación visual pero siempre quiere cargarse de rigor científico. El rigor de Nacional Geographic proviene de la difusión del conocimiento de las sociedades humanas, pero también de su relación con la tradición paisajística en la historia del arte. La ensoñación está conectada con un uso espectacular del paisaje, connotado como forma de escape frente a los fenómenos de la cultura, nostalgias de paraísos no alcanzados y de la vida en la naturaleza, de la vida feliz.

Junto al sexo y al poder, la naturaleza es un valor que explota la comunicación persuasiva y que las revistas de viaje recrean intensamente como mercancía apetecible. Esta explotación ser realiza sobre un principio técnico-expresivo claro: enorme calidad formal.

Para Baeza, existen dos clasificaciones para la fotografía de viaje: la constatativa –en su apariencia formal- y la simbolista –que acoge fórmulas fijas, estereotipos que están asociados a la ensoñación y nostalgias que constituyen un depurado mecanismo de cultivar el deseo. Y el deseo –la publicidad lo sabe- es un fantástico resorte de compra.

Frente a dichos modelos están las secciones de viajes en la prensa no especializada –diarios, revistas o suplementos dominicales- que cubren propuestas concretas, listas para ser usadas por el viajero potencial y asimilables como conceptos de guías que aportan datos concretos, tales como itinerarios, precios, sugerencias.

Los viajes representan una de las aspiraciones más fuertes que generan la cultura de masas y el gran pastel publicitario que acompaña su elaboración… Las implicaciones económicas del consumo de viajes son gigantescas: transportes, hoteles, infraestructuras… todos esos factores y un modelo de intercambio cultural que favorece además el concepto que los países desarrollados tienen de la globalización.

Lo que no deja de sorprender es que siglo y medio después de que aparecieran los primeros vijeros-fotógrafos, los turistas sigan considerando imprescindible dejar constancia de sus peripecias a través de la fotografía o el video. Detrás de esto hay un gran industria que tiene su base económica fundamental en la fotografía amateur.

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